El recorrido
de la sangre
Permanentemente, y sin que seamos conscientes,
en nuestro cuerpo circulan líquidos primordiales
y sustancias suspendidas en ellos.
Los nutrientes son transportados por la sangre,
que corre por vasos de diferentes calibres, y
ella se encarga luego de recoger sus residuos
“a domicilio” y llevarlos hacia los órganos que
los procesan o los eliminan. Los “ríos” de sangre
son impulsados por una poderosa bomba,
el corazón, que no es centro de las emociones,
como se asegura en un infinito número de poesías,
sino parecido a una poderosa máquina industrial.
La distribución de la sangre en el
cuerpo varía de acuerdo con las
actividades, el esfuerzo realizado,
la exposición al frío o al calor y las
emociones. Por ejemplo, ante un
estímulo nervioso, la piel de la cara
puede enrojecerse (sensación de
vergüenza) porque los capilares de
esa región reciben más afluencia
de sangre. Cuando hacemos un
ejercicio físico, la sangre va a los
músculos; cuando comemos, los
vasos que irrigan los intestinos reciben
más sangre; cuando hace
frío, se llenan de sangre los vasos
internos para conservar el calor.